Gabriel García Márquez es, en la actualidad, uno de los escritores de habla hispana más importantes de la historia; su obra significó la consolidación de un estilo latinoamericano de narrar que se expandió por el mundo entero; se lo reconoce como uno de los creadores del Realismo Mágico, manera diferente de contar la realidad a través de la literatura. Por todo esto, resulta inevitable preguntarse acerca de la importancia que tuvo su irrupción en el universo de las letras, en lo que significó un antes y un después de la narrativa de esta parte del continente.
En Crítica y ficción, Ricardo Piglia define a la ficción como la posibilidad de hacer creer; es decir, los relatos producen efectos y generan sentidos que, muchas veces, toman la apariencia de verosímiles. La verdad es una construcción y, por ende, toda verdad es, en definitiva, una ficción. La literatura, en este sentido, es una forma peculiar de comunicación humana; su singularidad está dada en el hecho de que se vale de las palabras y las letras, en un sentido estético, para dirigirse a un receptor universal. La literatura no puede desprenderse del contexto histórico en el que se manifiesta, por lo que sus obras reproducen una manera de percibir el mundo que aporta nuevas visiones o reafirma viejos conceptos en los lectores que se apropian de ella.
El surgimiento de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez significó el estallido del boom de la narrativa latinoamericana, que se modernizó y alcanzó reconocimiento universal. Una realidad propia y diferente se postulaba desde estos relatos. A la par, un fenómeno comercial se expande y amenaza con minimizar sus aportes en la percepción del mundo y convertirlos en meros objetos de consumo. Hoy, a cuarenta años de la novela cumbre del escritor colombiano, resulta interesante analizar los significados y cambios que implicó la aparición de su obra en un contexto específico. A lo que se apunta, es a observar como la ficción del colombiano ayuda a comprender mejor nuestros imaginarios a través de la yuxtaposición en el relato de la verdad institucionalizada con el mundo de lo maravilloso y lo mágico. Para realizar esto, miraremos de manera crítica distintos periodos de la vida de García Márquez que nos permitan comprender mejor sus narraciones y ponerlas en relación con el concepto de Realismo Mágico y sus aportes en el campo de la literatura.
Realismo Mágico
Hablar del realismo mágico sin nombrar a Gabriel García Márquez, sería como pretender contar la historia del cristianismo sin hacer mención de Jesús; la novela Cien años de soledad del escritor colombiano se convirtió en un hito y en un símbolo dentro de la cultura latinoamericana, a la vez que prendió la mecha del boom de la literatura de esta parte del continente que expandió su onda radiactiva por el resto del mundo.
Lo dijo en el prólogo de su novela El reino de este mundo, publicada en 1949, y a partir de ahí los críticos lo empiezan a tomar como concepto analítico. Pero sin dudas, su importancia como corriente en la narrativa universal le será dada a partir de la irrupción de los Buendía y la incorporación de Macondo como un lugar recóndito en donde lo extraordinario ocupa un lugar importante.
Éste género de ficción, que se cultivó en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo xx, funde la realidad con elementos fantásticos, generando una transformación de lo común y cotidiano en una vivencia que incluye experiencias "sobrenaturales" o “fabulosas” que los personajes asumen como parte de lo habitual. Cien años de Soledad, es un claro ejemplo de como el autor concibe la situación de nuestro continente diversa de la europea, con una legalidad propia que contraría la lógica occidental, al presentar aspectos sorprendentes y milagrosos que sólo adquieren sentido en el universo americano.
El Realismo Mágico surge en un momento en que la tecnología parecía pronta a acabar con la superstición. Las dictaduras encerraban a la palabra y la hacían caminar en redondo por habitaciones estrechas. Cuando la verdad parecía imponerse a través de la ciencia y de la fuerza surge la voz que dice las cosas como son sin dejar de lado las otras voces, la de los fantasmas que sobrevuelan por las calles y nos cuentan sus historias.
Conclusiones
García Márquez, a través del realismo mágico, logra romper con visiones hegemónicas que intentan lograr una homogenización de la vida mediante una explicación racional y científica de la realidad.
El boom de la narrativa latinoamericana, más allá de abrir puertas a numerosos escritores de la región y ser todo un éxito económico, implicó que las problemáticas de este continente fueran puestas de relieve y descriptas como parte de la naturaleza propia de las relaciones sociales cotidianas de muchos de sus habitantes.
La particularidad del realismo mágico consiste en el modo de contar ciertos hechos fantásticos que, desde el punto de vista de ciertas culturas, se los considera como normales. García Márquez dijo: “Mi problema más importante era destruir la línea de demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía”.
Toda verdad no es más que una construcción. Vivimos en un mundo en que las ficciones parecen legalizarse a través de explicaciones racionales. Pero, sin embargo, todavía existen otras ficciones; aquellas que surgen de la nada y nos dicen que hay otras formas de entender la realidad, que las maneras de percibir el mundo son disímiles y que resulta una tarea totalizadora intentar universalizar las ideas.
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